ENSAYO
SOBRE MONOGRAFÍA DE SABANALARGA
(Página 3)
...continuación
Hay una tradición que por corresponder a las épocas
de la independencia, debemos expresar aquí: allá por
el año de 1808 y siguientes, en Napoleón mañosamente
se apoderó de España en el Palacio de Madrid leyó
ésta inscripción en la parte baja de unos de los
retratos de los reyes españoles "En mis dominios no
se pone el sol". Y pensó al instante que la ocupación
de España traería como consecuencia el dominio de
América.
En estas colonias todo era confusión en los dominios
de esa época las circunstancia anotada y las
diferencias vergonzosas entre Carlos IV y Fernando
VII, padre e hijo, disputándose el reino trajeron la
incertidumbre y resultó que había en estas tierras
españoles y criollos, Carlistas y Fernandistas y
para colmo hubo amigos de la ocupación francesa.
Napoleón envió al Marqués de Sassenay a entenderse
con los virreyes de Buenos Aires, Chile y Perú y a
Mr. Le Manón a entenderse con las autoridades de
Venezuela, Nueva Granada, Cuba, Puerto rico y
Florida, pero en forma secreta envió emisarios a la
América a preparar los ánimos en su favor para el
caso de una ocupación.
Hasta aquí la historia, pero
asegura la tradición que a Sabanalarga, población de
importancia en la costa llegó una comisión de
Franceses los que reunieron un grupo de naturales en
el antiguo caserón pajizo de la familia Moreno
Consuegra, la cual hoy es de mampostería y la ocupa
la familia Bojanini, y en una especie de fiesta o
agasajo expusieron sus proyectos. En el calor de la
fiesta se brindó por Francia, por Napoleón , por el
Mariscal Ney, por la independencia de España.
Con el
correr de los tiempos vino lo que se creyó
sobrenatural; con largas intermitencias de tiempo se
oían en la casa todos los ruidos que se produjeron
la noche del festín : lo viva a Francia, a Napoleón,
a Ney, a la independencia Americana, el tintineo de
copas, el roce de espuelas en el piso de piedra que
tuvo la casa, en sumo, se repetía en el festín en lo
sonoro.
Nuestros abuelos vivieron sorprendidos de
éste hecho que creyeron sobrenatural y murieron con
la certeza de que las almas en pena de los oficiales
franceses volvieron a nuestras tierras a repetir sus
copas.
Si nuestros antepasados después de un siglo
de largo, se levantaran de su sepulcro su sorpresa
seria mayor al encontrarse con el automóvil, el
avión, el telégrafo sin hilos, el teléfono, la
televisión, la radio y tantos y tantos fenómenos que
la ciencia ha arrancado a la naturaleza.
Ellos no
alcanzaron a comprender que así como las ondas
líquidas de un lago tranquilo, que parten del
centro, por la caída de un cuerpo, llegan a la
orilla y se devuelven al punto de partida, así las
ondas sonoras, parten del lugar de su origen,
deambulan por el espacio y vuelven al lugar en que
se produjeron.
Si en ese momento la situación
atmosférica, la eléctrica, la magnética y otras
circunstancias especiales, es la misma del momento
de la producción sonora, la acústica se repite. La
devolución de las ondas sonoras hacia su centro de
partida se observa claramente al oír una música o
sonido fuerte cualquiera en una dirección
determinada.
Si en la parte contraria, quedando
nosotros en medio, hay una montaña, un muro alto o
algo parecido, nos parecerá que el sonido viene del
lado de la montaña o del muro, pero esto es efecto
de la devolución del sonido al encontrar la
resistencia y tropieza entonces con nuestros oídos;
en fin, el eco, es la vuelta del sonido.
Empero, volvamos a la vida de Sabanalarga. Es
indudable que la fisonomía democrática y civilista
de nuestra República hasta los tiempos presentes, se
le debe a Santander, el cual le inculcó, apenas
naciente, las doctrinas constitucionales y por
consiguiente legalistas.
Los ocho años de su
gobierno en la vicepresidencia, hicieron mella en el
ánimo colectivo de la nación, y Sabanalarga no
escapó a su influencia. Tanto es así que hizo su
primer movimiento de rebeldía cuando se presento el
fantasma de la dictadura, ya fuese la del mismo
Bolívar o la de Urdaneta.
En los primeros días del mes de marzo de 1831, se
pronunció la población de Sabanalarga junto con la
de Barranquilla y la de Soledad, a favor del
gobierno legitimo de don Joaquín Mosquera, derrotado
por la dictadura de Urdaneta.
El general Montilla,
dictatorial ocupaba la plaza de Cartagena y desde
allí mando fuerzas a debelar el movimiento
revolucionario y para ello nombro jefe de la
expedición al general Ignacio Luque.
Los
revolucionarios partieron de Sabanalarga a tomar
mejores posiciones en el camino real de Cartagena. A
16 kilómetros de Sabanalarga y 2 antes de llegar al
caserío de la Aguada de Pablo encontraron los
revolucionarios, el 20 de febrero, a las fuerzas
dictatoriales; aquellos se hicieron fuertes en las
colinas inmediatas y en las casas de la finca Sans
Souci de propiedad del súbdito inglés don Juan Betts,
pero el ejercito del dictador, más numeroso y mejor
armado los venció.
Desde entonces ha venido
llamándose Zanja de los liberales la que hay en el
lugar a largo trecho del camino y Ceiba de los
liberales la que está sobre el barranco de dicha
zanja.
Este movimiento revolucionario era protegido por
distinguidos legitimistas de Cartagena, y sabido de
ello el general Montilla, los puso presos y los
envió a Jamaica; pero el capitán de la goleta que
los conducía los desembarcó en sabanilla y el
general Luque los aprehendió de nuevo.
Parece que al
general Luque lo convencieron éstos del error en que
estaba, al combatir al gobierno legitimo, y puestos
en libertad, se unieron a los dos batallones que
habían venido y a los revolucionarios de la región y
marcharon a Cartagena con el general Luque como
jefe. Este puso sitio a la ciudad, la cual capituló
el 24 de abril.
Se ve pues, que Sabanalarga tuvo parte activa en el
levantamiento contra la primera dictadura y en el
triunfo sobre ella.
Inmediatamente después de la independencia aumento
Sabanalarga en auge. Dos años después e la
capitulación de Cartagena que dijimos arriba, el
general Francisco de Paula Santander la elevó a la
categoría de Villa Cabecera el 7 de junio de 1833,
es decir, algo menos que ciudad y mucho más que
distrito parroquial que venia siendo desde 1744.
Este titulo, por asuntos de administración, ha sido
cambiado por el de Cabecera de Provincia que hoy
conserva.
De esta época en adelante puede considerarse como la
segunda etapa de Sabanalarga. Terminada la guerra,
los pueblos, cansados de su inactividad, se
empeñaron en la rehabilitación de sus haberes
perdidos por medio del trabajo asiduo.
La condición
de estar a cinco leguas del río y diez o doce del
mar le imponía no poder ser sino pueblo agricultor y
ganadero y a ello se dedicó con toda la fuerza que
imprime la necesidad. Y hubo enorme cantidad de
plantaciones de tabaco y algodón, cuyos productos se
exportaban para Hamburgo; el tabaco sobre todo se
sembraba hasta en los patios de las casas.
La caña
de azúcar y sus industrias derivadas surtían de
panela, azúcar parda y mieles a Barranquilla,
Soledad, Santo Tomás y pueblos circunvecinos; las
panelas de Gaira y la del interior llamadas de hojas
era una excepción en toda la región; las mieles a
mas de surtir aquellos mercados, abastecían nueve a
diez fabricas de aguardiente en la población,
artículo éste de consumo para toda la región y
pueblos del río.
Para toda esta producción era
necesaria la existencia de trescientas fincas de
caña pertenecientes a pequeños y grandes
productores. Por esta razón el trabajador de
Sabanalarga, nunca tuvo que salir a buscar el
sustento a otras tierras, la fuerza humana no era
suficiente para el cumplimiento del trabajo local.
Se cultivo el añil, y el dividivi se producía
espontáneo en nuestras tierras, y ambos eran un
nuevo renglón para la exportación.
La superabundancia de los cultivos trajo como
consecuencia la industria pecuaria. De las sabanas
de Bolívar y otros pueblos de aquel Departamento, el
cual formaba entonces uno solo con Atlántico de hoy,
traían partidas de ganado, las que eran vendidas en
la población, y así se convirtió ésta en
agro-pecuaria.
Hacendados hubo que alcanzaron a más
de mil reses, que para aquella época, era número
crecido. Esta etapa pues, fue la de la abundancia,
la del oro, la de la riqueza colectiva, por que en
el lugar no había pobres, puesto que había trabajo
permanente para combatir la miseria.
Para esa época la sociedad alcanzo gran señorío; sus
costumbres se suavizaban, a la manera de la sociedad
Cartagenera que era la mejor del litoral. Los padres
comenzaron a educar sus hijos en el colegio de San
Carlos en Cartagena, pues todavía no existía la
Universidad.
Fue entonces cuando el elemento humano
foráneo e importante por distintos aspectos, acudió
a formar parte de la sociedad, la segunda en cultura
de toda la región, y formaron sus hogares con
prestantes damas de la localidad. |