ENSAYO SOBRE MONOGRAFÍA DE SABANALARGA (Página 11)
...continuación
Las fiestas de pascua o navidad comenzaban con las
misas de aguinaldos. Nueve días antes de la noche
buena, en las primeras horas de la noche, salía el
fandango en el cual había toda clases de pitos,
tambores, flautas, caracoles, zambomba, quijadas de
animales muertos que ya tuvieran las muelas flojas a
más las marijuanas, que consistían en muñecas de
madera, colgadas en la punta de un palo y que al
moverlas al son de los tambores producían ruidos
para acompañar al de la mezcolanza de instrumentos.
Paseaban la calle que había de vestirse al día
siguiente. En la madrugada de este día se verificaba
la misa que correspondía a dicha calle con la misma
clase de música que en la noche anterior.
Vestir la
calle llamaban adornarla con palmas y ramos
enterrados a manera d árboles, banderas, cruceros,
para los cuales salían a lucir los cortes nuevos que
habían de servir para los vestidos de la fiesta, las
colchas, sobrecamas, etc. Así, en los nueve días,
las nueve calles o barrios que entonces tenía la
población.
En la Nochebuena no había fiestas
propiamente dicha. Todo el mundo esperaba la misa
que había de oficiarse a las doce de la noche, y
sólo se acostumbraba a la cena pascual, en la que
cada familia invitaba a parientes y amigos a
saborear el pastel obligatorio.
En los días 25, 26,
27 y 28 de diciembre, se cumplía poco más o menos el
siguiente programa: en las mañanas y tardes carreras
de caballos. Es de notar que como entonces no había
automóviles, ni siquiera coches, el caballo era el
mejor vehículo para las fiestas y paseos; era rara
la persona pudiente que no tuviera en sus
caballeriza, uno, dos o tres lustrosos esperando el
mes de diciembre, y aún los asnos de los menos
acomodados comían pienso, el doble de hierba y maíz
para tener gallarda presencia, adornadas las
enjalmas con matas multicolores.
La gente bien
paseaba por las tardes, generalmente dos, tres o
cuatro juntos; sus caballos vestían ricas sillas
inglesas o chocontanas, sobre sudaderos de pelo y
gualdrapas extranjeras o de pana negra bordadas con
seda; los frenos con rienda de cuero curtido y
frontales igualmente bordados. El pueblo paseaba en
sus asnos en partidas de veinte, treinta o más.
Las
carreras de caballos se verificaban en la calle del
hatillo( hoy Nariño) o en la de Manga hoy caldas por
ser las más rectas y de suelo parejo. Entre estas
carreras había que distinguir las llamadas carreras
de cintas; a ellas concurrían los jóvenes de
posición , los cuales invitaban a las familias a
presenciarlas.
El espectáculo consistía en atravesar
en la calle de una acera a otra un cordel fuerte a
una altura mayor que la de un hombre a caballo. En
la mitad de la calle y pendiente del cordel un
cuadro de madera de un poco más de media vara de
largo por un poco menos de ancho; uno de los lados
del cuadrilátero se cierra con una varilla fuerte y
delgada en la que se engarzan 10 o 12 carretes,
capaces para envolver cintas de diversos colores, en
las cuales se han escritos pensamientos elogiosos o
amorosos .
En plena carrera el caballo y provisto el
jinete de una varita delgada y fuerte, debe
introducir en un aro pequeño que va adherido al
extremo de la cinta, la cual se desenrolla y el
corredor va a ofrecerla a la dama de sus amores o a
persona de su estima.
No podríamos descontar en estas fiestas las riñas de
gallos habidas en los cuatro días de aquellas
tardes, herencia que nos dejó en la sangre el
aventurero español.
La nota más aguda en las fiestas de navidad se daba
en los bailes. Allí todo era solemne y ceremonioso.
Los caballeros debían ir vestidos con pantalón y
levita o frac negros; las señoritas con riguroso
traje largo hasta cubrir el calzado, descotadas y
manga corta siendo esta la única vez en que les era
permitido lo último, y el guante que era
indispensable.
A principios del siglo pasado (1820) usaron las
señoras el miriñaque, estorboso por lo enorme y a
fines del mismo, cambiaron por el polizón, el cual
desfiguraba a la mujer por detrás, pues exageraba
ciertas partes hasta hacerlas inverosímiles; con
este vino el torturante corsé, aparato hecho con
varilla de metal y barbas de ballena, el cual por
medio de cordeles había de ceñirse el talle hasta
convertirlo en cintura se avispa o de hormiga.
Al
principio se bailaron contradanzas y minuteos, y uno
que otro vals marcial; más tarde a fines de siglo
(1890) ya se introdujeron el pasillo la polka, la
mazurca, el lento vals marcial, la danza dulce y
tristona y aún el vals ligero llamado entonces
Strauss, porque los componía y puso en uso un gran
músico alemán de este apellido .
La clase media aunque con menos exigencias que la
anterior, correspondía en sus bailes con esta en
cultura, respeto, atenciones y elegancia en sus
mujeres.
El pueblo todavía era adicto a la música; las
cumbiambas y las gaitas eran su deleite. Aquellas se
verificaban en la plaza principal ; en el frente de
las casas que formaban el marco de la plaza
construían lo que entonces llamaban barrancas las
cuales servían para la venta de toda clase de
bebidas y comidas, y en ellas encontraba el
asistente el trago o los tragos para mantener el
entusiasmo y el sancocho de gallina, el pollo al
horno, el pernil de cerdo, la ensalada de papaya y
demás comestibles para saciar el apetito abierto por
aquellos.
Los bailadores formaban dos o tres
círculos concéntricos, lo que constituía un infierno
por el calor que despedía la quemazón, a la vez de
200 o 300 paquetes de velas. Estos eran amarrados
con pañuelos de seda en lotes de ocho, diez o doce,
las cuales sostenía la mujer con la mano derecha,
pues la izquierda la daba al bailador.
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